"Mama, por favor no vayas hoy a jugar, quédate en casa,” le solicitaba a Olga Elizondo, hermana de mi madre, Gabriela, su hija menor. A tía Olga le encantaba el golf y raramente fallaba a sus citas en el Country . Gabi se sentía abandonada y su soledad quizá haya sido el germen de problemas posteriores.
De niños, cada época navideña viajábamos durante todo el día a Monterrey, usualmente en coche, para hospedarnos en casa de los Elizondo en La Colonia del Valle, desde donde había muy bonitas vistas desde diversas partes de la propiedad a la Sierra Madre, al Cerro de la Silla y al Cerro de las Mitras, hoy día tapizado de cráteres inclinados por la constante extracción de materiales de construcción.
Gabi, cuatro años mayor que yo, a diferencia de sus hermanos mayores, entretenía a sus hiperactivos primos menores que pasarían al menos una semana en su casa. Jugando 'Monopoly', cartas, baseball en el gran jardín trasero ('tres rolas o un elevado'), hablándole a sus amigas vecinas para que charlaran con nosotros, Diana -- madre de la cantante Tatiana -- incluida. Esperando con nosotros cerca del sauce llorón, plantado en la porción de jardín frente a la entrada principal de la casa -- sitio donde se había celebrado la recepción de la boda de mis padres -- la llegada del paletero a eso de la 1. ¿De melón o de limón? Visitando al perico que cantaba 'Pancho, Pancho López, chiquito pero matón' en el área de servicio. La excelente relación con mi familia perduró. ella se hospedaba en casa cada vez que visitaba la Ciudad de México. Mucho me llamaba la atención que se alimentaba sólo de salchichas y frijoles.
Estuvo un tiempo en un convento y como tenía una gran habilidad para tocar la guitarra y cantar se ganó con unos amigos de mis padres el mote de la ‘novicia rebelde’; también le encantaban los animales pero nunca se animó a dedicarse profesionalmente a la religión, al arte o a la veterinaria.
En una visita al DF Gabriela me comunicó que Scott, un norteamericano quien quería que ella fuera su compañera permanentemente en su incesante trotar mundial, se encontraba viviendo temporalmente como maestro voluntario en la escuelita primaria de Tashie, pequeña comunidad del Valle del Mezquital en Hidalgo a unos 150 Km del DF. "Ven y permanece una semana conmigo para que veas de primera mano a lo que me dedico". Gabi, que en ese entonces contaba con 21 años, me planteó sus grandes dudas sobre si ir o no. Su educación muy conservadora por un lado contra el deseo de visitar a Scott por el otro. “Ÿo te llevo”, le dije, “nadie se tiene que enterar.” La llevé y regresé por ella una semana después. No se animó a llevar una vida como la que Scott le ofrecía.
Casó con otro norteamericano ex policía que resultó, entre otras cosas, ser un delincuente. Sin embargo sus hijos son, pese a todo, estables y productivos. Gabi, víctima de depresiones constantes, logró tras varios intentos fallidos suicidarse con gas doméstico en su casa de Monterrey.
No tuve ni tengo juicio alguno sobre sus acciones. Me queda el agradable sabor de boca por el recuerdo de su risa, sus dichos, su canto y su compañía.
Es irónico que Gabriela se halla ido de la misma manera como se fue su tocayo Gabriel aunque ella vivió el doble de tiempo
Los extraño y extrañaré a ambos
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