Enero 30, 2014
El PRI-gobierno Y Cuba.
En la década de los sesenta, México fue la única de todas las repúblicas latinoamericanas que permaneció junto a la joven revolución cubana cuando votó en contra de la resolución de 1962 que suspendía la participación de Cuba en la OEA y se negó a obedecer la resolución de la OEA de 1964 que instaba a sus miembros a romper relaciones diplomáticas con La Habana. De manera pragmática, el PRI y Castro hicieron un trato: México no criticaría a Cuba y Castro no buscaría incitar a la izquierda mexicana contra el PRI que estaba en el poder.
Al menos dos presidentes mexicanos encontraron en Fidel Castro un amigo útil. En 1975 el presidente Luis Echeverría visitó la isla, como parte de sus esfuerzos por proyectarse como un líder de izquierda del Tercer Mundo. Trece años después, en 1988, el presidente Carlos Salinas recibió a Castro en su toma de posesión, complacido por este respaldo después del clarísimo fraude de los comicios presidenciales. Salinas promovió el comercio y la inversión con Cuba.
Pero esto empezó a cambiar. Carlos Salinas que había coqueteado con Fidel Castro decidió que el futuro económico de México sería junto a los Estados Unidos y en 1990 se acercó al presidente George Bush para negociar la apertura del comercio bilateral que luego se convertiría en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA). Ernesto Zedillo, su sucesor, economista disciplinado que insistió en las normas democráticas, comenzó a distanciar a México de Cuba. Cuando en 1999 Zedillo visitó La Habana, abiertamente se expresó a favor de la democracia, y Rosario Green, su ministra de Relaciones Exteriores, rompió con todo el protocolo previo y se reunió con destacados disidentes cubanos. Castro tomó estas nuevas conductas como señales de que México estaba abandonando su posición “independiente” por una más pro Estados Unidos y, por tanto, contraria a Cuba.
Si Castro desconfiaba de Zedillo, su relación con el sucesor de Zedillo, el más conservador Vicente Fox, provocó un enojo que se hizo demasiado público. Jorge Castañeda, el combativo secretario de Relaciones Exteriores de Fox (que había pasado de la izquierda marxista al campo socialdemócrata antiizquierdista), creía que México podía usar sus nuevas credenciales democráticas para fortalecer su diplomacia. Según parece, Castañeda se excedió criticando las políticas de derechos humanos de Cuba. Y como es sabido, en el año 2002, antes de una cumbre de las Naciones Unidas sobre desarrollo internacional que se celebró en la ciudad de Monterrey, Fox, a pedido de la Casa Blanca, le pidió a Castro que “almorzara y se fuera” para que no estuviera presente cuando llegara el presidente George W. Bush, conversación telefónica que un ofendido Castro se encargó de hacer pública. Para el 2004 ambos países habían retirado a sus embajadores, lo que en términos diplomáticos equivale a un desagradable divorcio.
Las empresas mexicanas ya habían sido desafectadas de la gestión económica cubana y se quejaban de la falta de leyes o normas que obligaran a los funcionarios cubanos a honrar los acuerdos o hacer pagos en término. Algunas empresas sentían la presión de lo que consideraban una competencia injusta o desleal por parte de las empresas estatales. Para algunos, estas restricciones antagónicas tenían una motivación política: vengarse de las críticas a las prácticas políticas de Cuba por parte del gobierno mexicano. Algunos de los mayores inversores mexicanos se retiraron; por ejemplo, los intereses de telecomunicaciones de México se vendieron a una empresa italiana. (Por Richard Feinberg, Letras Libres, Mayo 2012).
El PRI-gobierno decidió llevar a cabo un cambio en la política y en el marco de la I Cumbre de la CELAC-UE, y de la cual Cuba asumió este 28 de enero la Presidencia, el mandatario mexicano Enrique Peña Nieto se reunió con el presidente de aquel país, Raúl Castro, a fin de buscar estrechar la relación entre ambos países.
En el encuentro que fue calificado por el equipo cercano de Peña Nieto como muy emotivo, el líder cubano se dijo “gustoso” por el regreso del PRI al gobierno. ¡Y como no! dado que el PRI-gobierno de México le condonó el año pasado el 70% de la deuda de $500 millones de dólares que Cuba tenía con nuestro país.
Con este gesto, escribe el Diario Milenio, parece que el hermano de Fidel Castro zanjó el incidente del “comes y te vas”, que marcó la relación entre México y la isla durante los gobiernos panistas.
¿Cual será el beneficio para México del nuevo viraje político? o ¿lo será sólo para el PRI?
¿Honrará Cuba los nuevos acuerdos comerciales que se llevasen a cabo con empresas mexicanas?
¿Está México para condonar deudas cuando mas de la mitad de los mexicanos se ubica debajo de la línea de pobreza? Este es el clásico ejemplo de farol de la calle y obscuridad en la casa.
Una manifestación de “que bueno que ganaste” bien vale $350 millones de dólares.
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